Así cómo fui introduciéndome en éste apasionante mundo de los mercaderes de piezas, empezando a entender lo que ellos colectaban, a entender el valor de lo que colectaban, lo que les costaba colectarlo.... me fui apasionando por este mundo.
Quizás y seguramente sin la ayuda de Asad no hubiera conseguido tener el conocimiento que ahora tengo.
Para mí, mujer occidental, que no tiene miedo a casi nada, y que pretendía introducirse en un mundo oriental, cerrado, de hombres, machista, dónde la mujer tiene que hablar 5 veces lo mismo que un hombre para ser minimamente escuchada.
Posiblemente mi amor al arte, a las piezas hermosas e irreconocibles por mí, mi visión de lo que podría ser lo que estoy observando, pero que no es, me ayudo bastante. A tener el respeto de Asad.
Este respeto me costo algunos viajes, pero llegado a él, sentí que podíamos hablar " más o menos de tú a tú " y fue a partir de este momento cuándo la conexión se hizo más cercana, cuándo los detalles empezaron a compartirse, y para mí a cobrar una vital importancia.
Pq tras la belleza de una pieza, se encuentra la historia de la pieza y sobre todo, el cómo y dónde se consiguió está pieza.
Mi amigo Asad, es un mercader que se pasa muchos meses al año viajando por países en conflicto, en los cuales a veces se queda atrapado, en los cuales a veces la metralla pasa cerca de él, en los cuales pasa muchas horas de un día andando para llegar a un poblado en medio de las montañas de Cashemira, por ejemplo, en sus viajes nunca queda nada claro hasta haberlos finalizado, y para mí, esa es la grandeza de estás piezas, todo lo que aparte de su belleza tras ellas encierran.
Yo desde hace un par de años, tengo un deseo, y este es el poder acompañar a mi amigo Asad a uno de esos largos viajes, recorriendo países, conviviendo con su gentes, cómo bereberes, descubriendo y comprando esas maravillosas piezas que más tarde tanto valor, en el mercado occidental adquirirán.
Esas vivencias, esos momentos, esas experiencias con esas personas de culturas ajenas y desconocidas que por el hecho de ser mujer y occidental me costaría por mí cuenta recorrer, me gustaría si mi salud me lo permite y mi energía también, pq son muy duros y en condiciones a veces extremas, poder hacer.
Es muy difícil la amistad entre una mujer occidental y un mercader afgano, pero aparte de las diferencias culturales obvias, en mi interior, yo a él lo siento y sé que es, mi amigo.
Quizás y seguramente sin la ayuda de Asad no hubiera conseguido tener el conocimiento que ahora tengo.
Para mí, mujer occidental, que no tiene miedo a casi nada, y que pretendía introducirse en un mundo oriental, cerrado, de hombres, machista, dónde la mujer tiene que hablar 5 veces lo mismo que un hombre para ser minimamente escuchada.
Posiblemente mi amor al arte, a las piezas hermosas e irreconocibles por mí, mi visión de lo que podría ser lo que estoy observando, pero que no es, me ayudo bastante. A tener el respeto de Asad.
Este respeto me costo algunos viajes, pero llegado a él, sentí que podíamos hablar " más o menos de tú a tú " y fue a partir de este momento cuándo la conexión se hizo más cercana, cuándo los detalles empezaron a compartirse, y para mí a cobrar una vital importancia.
Pq tras la belleza de una pieza, se encuentra la historia de la pieza y sobre todo, el cómo y dónde se consiguió está pieza.
Mi amigo Asad, es un mercader que se pasa muchos meses al año viajando por países en conflicto, en los cuales a veces se queda atrapado, en los cuales a veces la metralla pasa cerca de él, en los cuales pasa muchas horas de un día andando para llegar a un poblado en medio de las montañas de Cashemira, por ejemplo, en sus viajes nunca queda nada claro hasta haberlos finalizado, y para mí, esa es la grandeza de estás piezas, todo lo que aparte de su belleza tras ellas encierran.
Yo desde hace un par de años, tengo un deseo, y este es el poder acompañar a mi amigo Asad a uno de esos largos viajes, recorriendo países, conviviendo con su gentes, cómo bereberes, descubriendo y comprando esas maravillosas piezas que más tarde tanto valor, en el mercado occidental adquirirán.
Esas vivencias, esos momentos, esas experiencias con esas personas de culturas ajenas y desconocidas que por el hecho de ser mujer y occidental me costaría por mí cuenta recorrer, me gustaría si mi salud me lo permite y mi energía también, pq son muy duros y en condiciones a veces extremas, poder hacer.
Es muy difícil la amistad entre una mujer occidental y un mercader afgano, pero aparte de las diferencias culturales obvias, en mi interior, yo a él lo siento y sé que es, mi amigo.
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